lunes, 23 de febrero de 2009

Un primer panorama ante las elecciones que se vienen


Las elecciones de este año en la provincia de Buenos Aires, si bien no son determinantes en cuanto al cambio de intendentes y de gobernador, si lo son para definir las actuales fuerzas en cada distrito.
Ya desde el año pasado parece haberse lanzado una larga campaña para posicionar a distintas figuras con vista a las decisivas elecciones de 2011 donde, además del presidente de la república, se elegirán gobernadores provinciales e intendentes municipales.

El puntapié inicial de la campaña parece haberlo dado el llamado “conflicto del campo”. Está claro que en la medida que un conflicto sectorial o un tema puntual haga surgir alguna figura con cierto predicamento en algún sector (un ejemplo claro fue el del falso ingeniero), los grandes medios de comunicación tratan de reproducir hasta el infinito su presencia mediática. Cobos fue el último paradigma, hoy todavía vigente.
El objetivo es claro: tener siempre a mano diversas figuras a las que alentar y promover, ¿tal vez con la pretensión de mantener o acrecentar las ventajas, privilegios y dominio social del que gozan en la actualidad?
Por supuesto que muchas figuras caen y se levantan por el camino. Llevados de la mano de los diferentes multimedios, no importa tanto la postura socio política que adopten, sino el grado de rating que puedan obtener. Sin ir más lejos, las figuras de Castells y de Nina Pelosso pueden verse como un ejemplo en cuanto a la flexibilidad de pensamiento y de acción de ciertos empleados de los multimedios. Pueden denostarlos un día por violentos y totalitarios, porque el “humor social” (esa ambigua figura de “opinión pública” formada a través de los medios con la participación de sectores sociales de medio pelo y poca capacidad de análisis), está en su contra, pero pueden volverlos simpáticos al tiempo y hasta inducirlos a formar parte de una gran coalición democrática, capaz de defender los más “inmaculados principios democráticos”, poco tiempo después.
En ese camino, un sólido frente anti gobierno viene formándose desde el conflicto con las cámaras que nuclean a los intereses agroexportadores, que reunía hasta hace poco a notorias figuras de la “rancia aristocracia”, con la crema del menemismo más recalcitrante, caudillos provinciales, nostálgicos de los gobiernos militares y sectores hasta ayer centristas, como los de Elisa Carrió y del radicalismo, junto a piqueteros y grupúsculos de izquierda.
Esta mezcolanza de “la biblia y el calefón”, por supuesto que no tiene futuro, pero sirvió para crear un enemigo común, acusado de levantar banderas “peronistas” y “populistas” y practicar un “autoritarismo de estado”. Curiosamente, las mismas que levantaron y levantan muchos de sus actuales críticos.
Aprovechando los errores y las vacilaciones de un gobierno que muestra su vocación de poder, pero que no consigue pergeñar un plan de acción claro y atractivo para la mayoría, hoy esta “oposición” (más confusa y diversificada que el anti menemismo de hace unos años) intenta perfilar sus fuerzas en el camino hacia el horizonte del 2011 con una idea clara: los errores del gobierno pueden lograr lo que no consigan con su propio esfuerzo, y un golpe de suerte podría dejarlos mejor posicionados de lo esperable al día de hoy.
Atrás, dispone de una clase media bombardeada por las campañas mediáticas más poderosas de todos los tiempos, con una ideología difusa, donde prevalece el “salvarse como sea” nacida de los años de la dictadura militar, y el estar “dentro del mundo” consumiendo lo que mande el mercado… Y más atrás, los sectores populares golpeados y sin timón, con una dirigencia lamentable o inmadura, todavía incapaz de presentar opciones originales.
En el fondo, seis millones de empobrecidos ciudadanos esperan que alguien pueda cambiar lo que parece imposible: la desprotección absoluta, y la marginación definitiva, acaso una manera de disciplinar a los díscolos y mantener a raya a los “rebeldes”, que no saben todavía de qué color es la bandera que deben enarbolar.

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